Luis Rebaza-Soraluz es, además de un diligente investigador de la poesía y el arte visual latinoamericano, uno de los principales estudiosos de la obra de Jorge Eduardo Eielson (uno de nuestros artistas preferidos, aquí, en El Gran Vidrio).
Las siguientes líneas pertenecen a una comunicación vía correo electrónico que mantuvimos con él y que se dio hacia fines de 2012.
Queremos agradecerle el que nos haya permitido publicarlas.
Mi trabajo, que generalmente tiene bases históricas concretas, respeta lo cronológico cuando muestro una visión de época. De allí que lo que llamas coincidencias no lo sean en el sentido de aspectos azarosos o casuales. Los patrones que encuentro en diferentes prácticas culturales dentro de un período histórico responden al período, no a mí intención de hallar lo que no está. Más que coincidencia, son patrones que se repiten y no se pueden evitar. Son tan coincidentes como lo es la poesía barroca a la arquitectura barroca. Ambas siguen la misma estética y puede que la estética misma, las ideas de cómo combinar y dar forma, los preceda.
De la misma manera, no se debe, desde mi punto de vista, separar los productos literarios de otras artes o del conocimiento científico ya que todo está vinculado. Mi trabajo, por otro lado, aún respetando lo cronológico, no busca ser lineal. La materia y el periodo con los que trabajo, el Fin de Siglo y sus prácticas culturales, se caracterizan justamente por un conflicto entre la linealidad del discurso racional y la multidireccionalidad de otros discursos contemporáneos considerados no racionales. Ahí tienes el Positivismo, el Ocultismo y el espiritismo mano a mano, lo que dió lugar a gente interesada en Teosofía.
Para los acostumbrados a la especialización académica, moverse en paralelo es un reto y, a veces, como ocurría con los espectadores que veían cine por primera vez, algo confuso. A pesar que lo que tienen al frente les es familiar, al no ser parte de su especialización como que es "registrado". De allí que haya gente experta en ideas abstractas que no se sienta capaz de formular un juicio sobre arte abstracto.
En mi experiencia, quienes desde el estudio de la literatura ven acercamientos como el mío como poco riguroso puede que lo hagan porque mi trabajo no sigue ningún marco teórico de moda o reconocible. Las similitudes entre imágenes, o entre imágenes y textos, son del mismo tipo del que se encuentra entre un texto y otro. Son evidencia de la presencia de patrones que pueden explicarse históricamente y que nos dicen sobre la manera de entender el mundo y, lo que es más importante, las relaciones de poder en un momento determinado.
No hay separación real entre disciplinas cuando se trata de lo producido, la separación es arbitraria y hecha a posteriori por las instituciones. Mi formación académica fue en literatura. Mi formación intelectual es en análisis textual, visual y en la producción de literatura e imágenes. Me formé con amigos que poseían lo que entonces se llamaba "cultura general". Me preguntas de dónde sale mi metodología. Bueno, sale de eso, de haber leído, visto y reflexionado. De eso salen, en teoría, todas las teorías. Observación, descripción, etc., el "método científico". En las humanidades aplicar teorías no es preciso. No se puede demostrar nada como en las ciencias "exactas"; de lo que se trata es de argumentación convincente frente a evidencia.
Lo de omnisciente que tu percibes es justamente eso, no hay "ensayo" en el sentido que no hay interpretación libre de prácticas culturales o una voz personal que opina a partir de su experiencia personal. Lo que hay es un acercamiento que quizá reúne más de un punto de vista, aunque yo afirmo cosas que o descubro o pongo en evidencia para cuestionar otras afirmaciones que me preceden.
Mi trabajo quiere ser, por no decir es, metódico, sistemático y riguroso. Trabajo interdisciplinariamente porque siempre me he movido, como muchos artistas, interdisciplinariamente. Un ejemplo de esto es Eielson. Hablaba hace poco con un estudiante de San Marcos y me decía, después de ver las imágenes que le mostraba, si es que tenía evidencia de lo que afirmaba. Lo que le mostraba no era suficiente evidencia porque esperaba que citara a algún crítico o teórico que él conoce. Lo que no parecía conocer es el corpus. Si yo hubiera dicho Deleuze dice, Lacán dice, o Foucault dice, me hubiera entendido. Ése es, a mi parece, un defecto académico de formación. Se le pide a los estudiantes que aprendan una teoría y que busquen dónde aplicarla. Yo parto de conocer el objeto de estudio y buscar luego herramientas teóricas y conceptuales, y si no las hay, formularlas. Toda teoría viene de la observación. A observar, pues.